martes, 3 de mayo de 2016

FRANCISCO UMBRAL EN ( Y ) LEÓN


                    



                                                                                 No tengo miedo nombraros
                                                                                 ya con vuestros nombres
                                                                                 cosas vivas, transitorias.
                                                                                 (Unidas sois un acorde
                                                                                 de la eternidad; dispersas
                                                                                 -nota a nota, nombre a nombre
                                                                                  fecha a fecha-, vais muriendo
                                                                                  al son del tiempo que corre)

                                                                         José Hierro de Cuanto sé de mí (1957)







 
                                                      Umbral en su época leonesa
 
 
 
 
 
 
 
 
Alejandro, Francisco, Jerónimo Pérez Martínez, Madrid, 1932-2007



La familia materna del futuro escritor, Francisco Umbral, estaba formada por el matrimonio compuesto por Claudio Pérez Ruiz y Mª Luisa Martínez Blanco, naturales de Valencia de Don Juan (León) y se habían casado en la parroquia del pueblo en 1895. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Mª Consolación (a la que todos llamarán Maruja, costurera) (1899), el segundo hijo fue un varón y en cierto modo el preferido de los padres, Claudio (1902), después nació Ana Mª ( a la que llamará Umbral “May”) (1905) y la última fue Josefina (1907), compañera de juegos y más tarde confidente de May.

Las estrecheces económicas y sobre todo la falta de futuro para los cuatro hijos empujan a los padres a trasladarse a Valladolid en 1923, May tiene, pues, 18 años.

Don Claudio Pérez Ruiz ingresó como empleado municipal en la inspección del consumo del grano que entraba en la ciudad. Era, pues, el empleado del fielato de la cuesta de la Maruquesa a las afueras de Valladolid:



El abuelo en su lejana administración, entre un fielato y una fábrica de harinas, entre unos consumos y una presa por donde entraba y salía el agua de las profundidades.1



Con este empleo el severo don Claudio podrá mantener, no sin estrecheces, a su familia.

La familia Pérez Martínez tomó en alquiler el piso bajo de la plaza de San Miguel, 11, un barrio céntrico, pero colindante con el barrio de Tablares (“aquel barrio de meretrices y lagartos”)2 donde se hallaban los prostíbulos de la ciudad, tantas veces literaturizado por Francisco Umbral, que imaginará ser el amante y confidente de aquellas mujeres de la vida en sus travesuras infantiles y adolescentes.

Al poco tiempo de llegar a Valladolid doña Mª Luisa Martínez Blanco tomaría una muchacha de servicio, entonces el servicio no suponía una carga excesiva, cualquier familia de posición mediana o incluso modesta, disponía de una criada para el cuidado de los hijos y para realizar las tareas caseras. Esta criada fue Inocencia Prieto González, la Ino, tan citada por Umbral y entró a servir en casa de los Pérez Martínez de joven. Inocencia estuvo en la casa hasta 1939, que se casó con un sargento de Infantería, Gabriel Fernández González, destinado a Vigo.

La biógrafa de Umbral, Anna Caballé, visitó la modesta casa de Inocencia en una barriada de Valladolid, ahora habitada por su hija Pilar, y ésta, orgullosa, le mostró un ejemplar de la primera edición de Los males sagrados (1976), enviado a su madre por el escritor con la siguiente dedicatoria: “ A mis queridos Inocencia y Gabriel, con un abrazo. Paquito”3 .

May tenía un temperamento sociable y una elegancia natural, a diferencia de su hermana Maruja, la modista, más casera. Allí en Valladolid estudió mecanografía y taquigrafía y completaba su cultura con lecturas por su cuenta. Y en seguida empezó a trabajar en la empresa de electrodomésticos AEG, recién instalada en la ciudad; pues el sueldo del padre no era suficiente para costear los gastos de los cuatro hijos.

Su hermana pequeña Josefina, tan afín a ella, apenas tuvo tiempo de tomar la temperatura a la ciudad, pues murió poco después de llegar la familia a la ciudad, en 1925 con 18 años. Umbral ha recreado muchas veces la figura de aquella hermana de su madre, a la que nunca conoció. La llamaba la tía Algadefina, que es un cruce de Josefina y Algadefe, un pueblo del Páramo bajo de León y adoptó ese nombre por pura eufonía. Esto dice Umbral de la tía Josefina:



La tía Josefina era la hermana pequeña de mi madre, había muerto en los años veinte tuberculosa en una alcoba de la casa. Había una foto enorme de ella, sí, y era muy mona, una monada, con su melenita. Yo la había visto toda la vida, y de pronto en la tuberculosis, que estaba mucho tiempo solo (…), empecé a verla. ¡Qué personaje!. Y comenzó el mito (…). Todo a partir de aquella foto. Me inventé un personaje.4



La última evocación imaginaria: “La tía Algadefina” la publicó en su página literaria de El Cultural de El Mundo el 27/02/2002.

Unos años más tarde, en 1931, May queda embarazada y el padre, hombre casado o influyente, se desentiende del hijo y se mantuvo el secreto sobre la identidad del padre de Francisco Umbral.

Manuel Jabois en el diario El País de Madrid, 20/02/2015, informa fehacientemente que el padre de Francisco Umbral fue Alejandro Urrutia, abogado cordobés, poeta modernista y empresario venido a menos.

En efecto, Alejandro Urrutia, hombre casado, ya tenía un hijo, Leopoldo Urrutia, el futuro poeta Leopoldo de Luis, cuando conoció a Ana Mª Pérez. Alejandro Urrutia había ido a Valladolid para trabajar como abogado del Banco Hispanoamericano.

Después, en la capital del Pisuerga, dirigió unos laboratorios farmacéuticos de la familia, que no tardaría en arruinar. Allí tuvo como secretaria a Ana Mª Pérez Martínez, que convirtió en su amante; la dejó embarazada y se desentiende del hijo.

El abogado cordobés era amigo del alcalde de Valladolid, Antonio García Quintana y recomendó a la madre de Francisco Umbral para su ingreso, como funcionaria, en el Ayuntamiento en 1932. También se sirvió de sus contactos para que Alejandro Francisco Pérez Martínez se colocase de botones a los 14 años en el Banco Central de Valladolid.

Así pues, el poeta Leopoldo de Luis y Francisco Umbral son hermanos de padre. Jorge Urrutia, poeta, traductor y profesor universitario es hijo de Leopoldo de Luis y por lo tanto sobrino de Umbral.

Por último Alejandro Urrutia murió en los años 50 sin conocer el éxito literario de su hijo no reconocido: Francisco Umbral.

Cuando murió Leopoldo de Luis en 2005, Francisco Umbral acudió al tanatorio y le pidió a su sobrino, Jorge Urrutia, que le dejara a solas unos momentos con su hermano.

Umbral murió en 2007 y Jorge Urrutia acudió a dar las condolencias a la familia y Maria España le dijo: -“A ti era al que más quería”.

En aquella época una mujer soltera embarazada suponía un drama para cualquier familia por el temor a las habladurías y a la difamación. Había, pues, que tapar la ‘falta’ como se decía.

Poco antes de dar a luz viajaron a Madrid madre e hija y se hospedaron en casa de su hermano Claudio, casado con Josefa Perelétegui Sánchez, que tenían dos hijos José Antonio y José Luis, cuyas vidas, sobre todo la de este último estarán unidas a los avatares del escritor.

Para Ana Mª (May) no había otra opción que tener a su hijo fuera de Valladolid, lejos de las murmuraciones de los vecinos y sobre todo de la severa mirada paterna . Por lo tanto Ana Mª acudió a dar a luz al hospital benéfico de la Maternidad, situado en la calle Mesón de Paredes, 80, en el entonces castizo y hoy multirracial barrio de Lavapiés de Madrid.

Ana Mª dio a luz un varón en secreto, y en el ambiente sórdido del hospital benéfico, el día 11 de mayo de 19325. El único apoyo que tuvo fue el de la madre, que se hospedaba en casa de su hijo Claudio. Permanecieron en la Maternidad tres días y el niño fue inscrito en el Registro Civil con los apellidos maternos, se le puso los nombres de Alejandro, Francisco, Jerónimo Pérez Martínez. Al tercer día de vida fue bautizado en la capilla de la Maternidad, dependiente de la parroquia de San Cayetano. Umbral, entonces, no fue bautizado en la pila bautismal de Mariano José de Larra, como a él le gustaba contar, en la iglesia de la Palma y tampoco nació en la concurrida calle de la Ribera de Curtidores, en pleno Rastro de Madrid, sino un par de calles más allá.

El regreso a Valladolid con la criatura resultaba problemático, puesto que nadie se ha enterado de su embarazo y el padre de May, el recto don Claudio, sigue negándose a aceptar la situación y el padre del futuro Umbral se ha desentendido.

La abuela, doña Luisa, solucionará los problemas del ocultamiento. El niño se criará con una nodriza en Laguna de Duero, un pueblo que dista 6 Km. de Valladolid y así la abuela podrá vigilar de cerca la crianza y al mismo tiempo se mantendrán las apariencias de normalidad en la casa. Allí en Laguna de Duero permaneció Paquito, como le llaman desde el principio, hasta el verano de 1936. Entonces la madre y la abuela encontrarán la forma de incorporarlo a la familia, aprovechando la visita de los primos madrileños, José Luis y José Antonio y es presentado como un hermano de éstos.

José Antonio Pérez Perelétegui, en la presentación del libro de Francisco Umbral, El tiempo reversible, en el círculo de Bellas Artes de Madrid, el 29 de abril de 2015, contó cómo Paquito se hizo la cicatriz en la mejilla izquierda. Esto dijo el primo de Umbral, vivíamos en un piso bajo (el de la Plaza San Miguel, 11) y la casa tenía un patio dividido por una verja formada por lanzas. Paquito quiso saltar al patio vecino y se hirió en la mejilla y no lo llevaron a la Casa de Socorro a darle unos puntos.

Así pues, el chirlo de Umbral en la mejilla izquierda, no se produjo en un a reyerta, ni defendiendo a un amigo, sino que fue consecuencia de una travesura a los seis años.

Paquito había pasado los 4 primeros años de su vida lejos de su madre y por supuesto de su padre. Y ahí puede encontrarse la clave emocional de su obra literaria: esa experiencia traumática de hijo huérfano, teniendo madre al menos. Hasta entrada la adolescencia no supo que su madre era su madre, era la tía May. Cuando lo supo había que seguir guardando las apariencias por los enormes prejuicios que pesaban sobre las madres solteras y los hijos ilegítimos.

Una de las navidades de los años que Paquito estuvo con la nodriza en Laguna de Duero, las pasó con la tía May en León. En efecto la tía Socorro está casada con un hermano de don Claudio, Avelino Pérez Ruiz, que tiene un hijo llamado Santiago Pérez Martínez. El primo Santiago (el primo Paulo en El hijo de Greta Garbo) es el gerente del Servicio Municipal de Aguas de León, así los verá el autor:



El abuelo Avelino o la abuela Socorro, tíos/abuelos (…) padres del primo Paulo, soltero, sobrio, jugador, trabajador, hombre de noche y naipe, voz de tabaco y reuma, secretamente enamorado de mamá.6



En 1935 los parientes de Paquito (Avelino y Socorro, y su hijo Santiago) viven en la céntrica calle de Ordoño II de León en un chalet de dos pisos. En la planta baja están las oficinas del Servicio de Aguas y en la primera planta la vivienda. Y aquí pasarán la Navidad Paquito y su madre, la ‘tía’ May. Los tíos abuelos tratan a Paquito con afecto y le regalarán el triciclo, que cita en sus libros, que Umbral imaginará que fue un regalo de su padre. Así verá Umbral a la tía Socorro en El hijo de Greta Garbo:



La tía Socorro sacrificando pavos, gallos, conejos (…) en navidades, o por el santo del primo Paulo, así la veía yo, ayudada de criadas, la mujer fuerte que era, hermana de mi abuela, esa dureza escriturística, contrarreformista y tan cercana a la dureza de las protestantes7.



Así pues, el abuelo Claudio había emigrado a Valladolid y el tío/abuelo, Avelino Pérez a León, vamos viendo que la vinculación familiar de Francisco Umbral con León es casi total, porque en Valladolid no tienen familia.

A finales de 1932 se convocan dos plazas de administrativo en el Ayuntamiento de Valladolid. Se exige soltura en mecanografía y taquigrafía. Ana Mª se presenta a las pruebas y saca una de las plazas. Ingresa como funcionaria de carrera del Ayuntamiento en abril de 1933.

El alcalde de la ciudad, Antonio García Quintana, la reclamó como secretaria por su habilidad como taquimecanógrafa y Ana Mª trabajará hasta 1940 en la secretaría de la Alcaldía. Umbral ha politizado la relación laboral de su madre con el Ayuntamiento, hablando de represalias políticas, que nunca tuvieron lugar, pero que le han permitido dar una explicación plausible a su pretendida conciencia de marginado social.

La familia Pérez Martínez era católica y conservadora. La posible rebeldía de May se debió estrictamente a su relación (desliz) con un hombre, posiblemente casado, que se desentendió totalmente de la paternidad. Esto fue suficiente para justificar la pose de malditismo de Umbral.

May en 1938 contrae otra vez la tuberculosis y la envían a un pueblo de León, Noceda, a respirar el aire puro de la montaña. Sigue convaleciente todavía en 1940 y pide una excedencia por razones de salud y agota el permiso. Pero un hecho aciago cierra este periodo de su vida, que es la muerte de su severo padre en abril de este año con setenta y cinco años, así lo recrea Umbral: “Al abuelo lo veía muy vivo en su muerte de hornacina, muy cotidiano con su traje de consumos”8.

En cuanto a la formación escolar de Francisco Pérez podemos decir que se matriculó a Paquito en una escuela pública instalada en el edificio del ya desaparecido Teatro Pradera, la escuela se llamaba “José Zorrilla”, pero era más conocida como “La gota de leche”, porque junto a ella había un centro benéfico, que en los primeros años de posguerra, se dispensaban botellas de leche a las madres lactantes.

Se trataba de una escuela pública, gratuita a la que acudían los chicos de los barrios más humildes de la ciudad (Delicias, Los Pajarillos, La Magdalena, San Pedro Regalado, donde inició su labor pastoral el ínclito don Marcelo González Martín, futuro Cardenal Primado).

En la única fotografía disponible de su etapa escolar aparece con sus compañeros de aula con el maestro sentado, el mapa de España y el globo terráqueo, tendrá Paquito unos once años (1943). El escritor siempre se ha referido a su experiencia escolar en términos de extremada pobreza material e intelectual: maestros torpes y malignos, que no le comprenden.

Sin embargo el paso por la escuela, por la enseñanza oficial, fue breve, como los documentos relativos a su filiación no permitían guardar el secreto de su origen, que era hijo de madre soltera y, además, que ésta era funcionaria del Ayuntamiento, pues May siguió ocultando la verdad. Si se hubiera hecho público que tenía un hijo, probablemente la hubieran expulsado del Consistorio, porque la moral del franquismo penalizaba este tipo de situaciones.

Las lecciones de su tía/madre y las lecturas voraces en la biblioteca municipal colmarían las necesidades académicas del joven Paquito. Lecturas de Salgari, de Harry Stephen Nelly, autor de novelas policiacas como Noches de ladrones, el Romancero gitano de García Lorca, con la página arrancada de la “Casada infiel”, ya había actuado, quizá un censor espontáneo, el Cántico de Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán y Ramón Gómez de la Serna, serán sus guías.

Para completar su formación lo matriculan en una academia privada, donde estudia rudimentos de contabilidad, mecanografía, que tan útil le sería, inglés, francés y las reglas básicas de redacción. Lo suficiente para dar el salto al mundo laboral en el Banco Central.

Francisco Umbral creció en la mentira social y biográfica. Y eso explica que en su escritura autobiográfica se presente como víctima de una situación que él no pudo controlar. Aunque, por otra parte, él también se ha encargado interesadamente de velar sus orígenes, reelaborándolo literariamente de forma obsesiva.

En el verano de 1946 el Banco Central de Valladolid publica un anuncio en El Norte de Castilla convocando tres plazas de ordenanza. Umbral tiene catorce años, pide los impresos y firma la solicitud para presentarse a la oposición. Su madre le ayuda a preparar la prueba y moverá algún hilo con algún conocido con responsabilidad en el Banco:



Mamá escribió cartas, mandó recados, hizo llamadas, recibió visitas y me colocaron en una oficina (…) me maravillaba el poder que tenía mamá en la ciudad, las influencias que sabía mover9.



En Agosto de 1947 ingresa en el Banco Central junto con Antonio Medina y José Luis Aguja. Aún hoy los antiguos compañeros lo recuerdan con su uniforme gris y las letras “BC” cosidas en el bolsillo. El trabajo en el banco era bastante llevadero, repartir la correspondencia, encender la calefacción, hacer recados y cobrar letras a domicilio.

Su madre estaba muy satisfecha con el trabajo de su hijo y seguro que ya había puesto en antecedentes a Paquito, y el problema de mostrar los documentos que acreditan su identidad es relativo, aunque el trámite se debió hacer con la máxima reserva. Estaba entonces de subdirector del Banco Central en Valladolid Alfonso Escámez, murciano de Águilas, que llegaría a ser presidente del Central.

A pesar de haber ingresado en el mundo laboral con horario de mañana y tarde, su vocación literaria no corría peligro, esto confesó Umbral en Fulgor de África:



El secreto estaba en enviar solo una mínima parte de sí mismo a cumplir con el oficio y ganar el sueldo, reservándose el resto, en cuerpo y alma para escribir10.



Paquito vestía con pujos de dandy y siempre llevaba un libro bajo el brazo. Pasea por la calle Santiago, Recoletos y el Campo Grande. Acude al Colegio Mayor de los Luises, verdadero centro intelectual y social de los jóvenes vallisoletanos, donde juega al billar, al ajedrez y podrá ver películas los domingos en el cineclub. También asistía a los cenáculos literarios del Bar Cantábrico, la Casa Cervantes o la Casa Zorrilla, sede del Ateneo, donde puede verse con don Francisco de Cossío, el poeta Francisco Pino, el sacerdote y periodista José Luis Martín Descalzo y Luis López Álvarez.

En la Granja Terra departe cada tarde con Guillermo Díez, Miguel Ángel Pastor y Antonio Medina, se prestan libros prohibidos y no se pierden un recital de poesía.

El 8 de diciembre de 1953 muere May:



Mi madre había muerto a los cuarenta y cuatro años (tenía en realidad 47), posguerra civil, llena de abrumaciones, enfermedades y fracasos, cuando yo más la quería, cuando empezaba a descubrirla11.



Una tuberculosis crónica acabó perjudicándole seriamente el corazón y murió de miocarditis. En la familia se recuerda que fue Ino, la criada, quien se atrevió a decir en voz alta: “Paco tú eres el que más lo sientes porque se ha muerto tu madre”. El entierro se celebró al día siguiente en la parroquia de San Miguel.

La muerte de May supuso un antes y un después en la vida de Paco, ya con veintiún años, queda huérfano por completo, otra orfandad sufrirá ya adulto, Francisco Umbral, cuando quede huérfano de hijo, Francisco Umbral Suárez (Pincho), que murió el 24 de julio de 1974 a los cinco años de edad, suceso recreado por Umbral en Mortal y rosa, publicada en 1975.

Sin embargo Paco no ha vivido el vínculo materno con plena satisfacción, como hemos ido viendo, por la circunstancias de la paternidad no aceptada y por guardar las apariencias delante de la sociedad. Pero, sobre todo, esa insatisfacción le viene, porque su madre ha muerto antes de que él le haya podido demostrar tu talento artístico.

Dos años después de la muerte de su madre, en 1955, Francisco Pérez Martínez publica su primer artículo en la revista del SEU leonés de la facultad de Vetereinaria ARCO, gracias a la intervención de su primo José Luis Pérez Perelétegui, responsable de prensa del SEU en León. El artículo se titula, “La mañana”, y trata del despertar de la ciudad, experiencia que el escritor bisoño puede percibir cada mañana antes de las ocho, de camino al Banco Central desde su casa. Paco con veintidós años ha comenzado su cuenta atrás con el firme propósito de dedicarse a escribir de un modo profesional, diremos que encuentra su vocación inevitable en la literatura.

La prosa deslumbrante de Paco llamó la atención de Carlos Campoy García, redactor jefe de El Norte de Castilla y de Miguel Delibes, que se había hecho cargo de la dirección del periódico en 1958, y lo llamaron para la sección: “las Artes y las Letras”, en la que también colaboran César Alonso de los Ríos, José Jiménez Lozano, Ángel Mª de Lera, Ignacio Aldecoa y el propio Delibes.

El primer artículo firmado por Francisco Pérez Martínez en El Norte de Castilla se titula “Tres actitudes de la lírica española contemporánea”, en él repasa las tendencias poéticas que conviven en la España de los 50 y señala los nombres de Leopoldo Panero, Luis Rosales, Blas de Otero y, por encima de todos, José Hierro.

Francisco Pérez sigue trabajando en el Banco Central hasta que su primo José Luis Pérez Perelétegui, que había convivido con él en Valladolid y conocía bien sus inclinaciones literarias, le ofrece un puesto de administrativo en LA VOZ DE LEÓN, de la cual era director desde octubre de 1957.

Así pues, Paco deja su trabajo en el Banco Central, donde sus posibilidades de promoción son bastante bajas, para entrar en una emisora del Movimiento en León. Y en abril de 1958 toma el tren para León con una carta de recomendación de Miguel Delibes para el poeta y periodista burgalés, afincado en León, Victoriano Crémer. Su novia España Suárez Garrido sale a despedirlo a la estación.

 
 
 
                                          Umbral con Miguel Deibes y Manu Leguineche.
 
 
 
 
 
Ganó la plaza por concurso (el presidente era su primo José Luis) y con bastante diferencia del resto de los opositores en la prueba de mecanografía, su futura herramienta primordial.

Paco encajó muy bien en la emisora desde el principio. Tenía un trato afable con todo el mundo y al cabo de unas semanas dejó sus tareas administrativas para incorporarse como guionista y realizador de la emisora, aunque su categoría laboral fuera de administrativo. Se le pagaban los complementos (los suplidos) por las colaboraciones.

En la emisora coincide con Luis del Olmo, Mª Teresa Martín Villa (hermana del político de la UCD Rodolfo Martín Villa) y con Mª Jesús Álvarez Moro, “la voz más maravillosa que yo he conocido”, en opinión de Umbral. Al poco tiempo Luis del Olmo y Mª Jesús Álvarez, como después Francisco Umbral, darán el salto a Madrid.

Francisco Pérez escribe guiones de programas, aunque también dispondrá de espacios propios donde leerá sus artículos. En la emisora de la competencia RADIO LEÓN, de la Cadena SER, triunfaba Victoriano Crémer, figura indiscutible del periodismo leonés, con el programa “Luces de la ciudad”. El director de la emisora, su primo José Luis pensó que un Umbral debutante y descarado podía competir con Victoriano Crémer, a quien había sido recomendado por Delibes.

Y lo primero que hizo Paco en la emisora fue cambiarse el nombre de Francisco Pérez Martínez por Francisco Umbral, nuestro escritor ha decidido desprenderse de sus anodinos apellidos, Pérez Martínez. La primera vez que firmó con su nuevo nombre fue la noche del 29 de mayo de 1958, que leyó un sentido artículo dedicado a Juan Ramón Jiménez -uno de sus guías literarios- que había fallecido en la madrugada de aquel mismo día en Puerto Rico. Al terminar, el locutor/articulista, de voz grave, leyó el pie de firma: Francisco Umbral.

Después ya apareció en la prensa local (Diario de León, Proa, La Hora de León) la programación de la emisora y figuraba Francisco Umbral como responsable de la sección de medianoche titulada :“Buenas noches”.

Pero el programa que le dio más notoriedad fue el titulado “El piano del pobre”, que se emitió por primera vez el 6/01/1959 a las 10,55 y con una duración de 5 minutos. Su título venía de una melodía de Jean Patachou, que tomó como sintonía, que servía para abrir y cerrar el programa. Solía tratar algún tema de la vida leonesa y se fue haciendo un espacio entre los oyentes de LA VOZ DE LEÓN. Umbral seguía con el programa “Buenas noches” y los cinco minutos oficiales se habían convertido ya en media hora en el programa “Buenos días” (de 9,15 a 9,45).

Umbral según el director de la emisora se convirtió en el personaje más importante de LA VOZ DE LEÓN y dio lugar a que le encargaran la dirección de un programa titulado “Radio-Revista”, que se hacía en directo (por lo tanto no pasaba la censura previa) los lunes por la noche y con público asistente. En este programa se desarrollaba una especie de concurso titulado “Dentro o Fuera” con temas tan interesantes como el derecho al seguro obligatorio por enfermedad. La idea se había tomado del diario Pueblo de Emilio Romero. La mecánica era sencilla se llevaba a una serie de personas cualificadas para que opinaran sobre el tema y al final el público votaba. El resultado dejaba el asunto dentro o fuera, aprobado o rechazado.

El programa tenía éxito porque Umbral lo conducía muy bien. Una semana propuso Umbral el tema de los cabarets (en el programa llamados con el eufemismo Salas de fiesta12) que eran muy frecuentados en aquella época de represión sexual, aunque denostados por la sociedad bien pensante. El programa estuvo muy animado, se votó y el tema quedó “dentro” (aprobado) por dos votos de diferencia, para escándalo de algunos sectores sociales, sobre todo el eclesiástico.

Al domingo siguiente el obispo de León, don Luis Almarcha, criticó en su homilía al programa “Dentro o Fuera”. Entre los fieles estaba el director de la emisora, al que poco después se le invitó a visitar el obispado y tener una charla con don Luis. José Luis Pérez Perelétegui le sugirió al obispo repetir el programa, aunque con otros invitados, esta vez con miembros de Acción Católica, que se emplearon a fondo para que resultado final fuera el pretendido por el obispo: Fuera.

Y esta vez ganó el Fuera por un voto; pero Umbral sobre la marcha al ver que los cabarets quedaban fuera (rechazados), hizo una pirueta y sumó los votos del segundo programa con los del primero, de tal forma que las ‘salas de fiesta’ volvieran a quedar “Dentro” para sorpresa de todos con un margen de un voto. Aquí vemos una primera muestra del Umbral rebelde y trasgresor.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La anécdota corrió por toda la ciudad, la fama de Francisco Umbral creció y el director de LA VOZ DE LEÓN creyó que era el momento de competir con Victoriano Crémer y le ofreció un nuevo espacio, a la mismo hora de “Luces de la ciudad”, el programa de Victoriano Crémer en RADIO LEÓN-SER. El programa de Umbral se llamó “El tiempo y su estribillo” y funcionó muy bien, llegó a igualar a Crémer en nivel de aceptación. Umbral demostró que había captado a la perfección la idiosincrasia del leonés, para ello dio frecuentes paseos por la ciudad, especialmente por el Barrio Húmedo, por los bares, tabernas y figones más tradicionales de la ciudad, fruto de esos paseos serían las colaboraciones en la radio de La crónica de las tabernas leonesas13, que publicó en 1962, ya en Madrid, en la Revista de la “Casa de León”, Órgano del Instituto de Estudios Leoneses (tres entregas, mayo, junio y julio de 1962).

Se recuerda al Umbral de esta época, como un joven que cuidaba mucho su imagen, que paseaba mucho por el centro de la ciudad y que se hizo amigo de las gentes de la literatura, en especial con el grupo de los vinculados a la ya extinta Espadaña: don Antonio González de Lama, Crémer, Antonio Gamoneda (también futuro Premio Cervantes como Umbral), César Aller, Alfredo Marcos Oteruelo, Antonio Pereira y su otro primo José Antonio P. Perelétegui.

También publicaba los textos que escribía para la emisora en el Diario de León con ligeros retoques; realizaba reseñas de escritores y ganó el primer premio literario, que culminaría en el Premio Cervantes el año 2000. Fue un concurso de cuentos que convocaba el Diario de León, ubicado en la calle Pablo Flórez, y lo ganó con el relato titulado “La paloma en el negociado”. En el jurado estaban don Antonio González de Lama, Alfredo Marcos Oteruelo y el poeta César Aller. (6 de enero de 1961).

 
 
 
 
 
 
                                 Umbral (en el centro) con su primo José Luis (a su izquierda)
 
 
 
 
 
 
 
Al llegar a León, Umbral, se alojó en casa de sus primos en la avenida del Padre Isla, 61.

Francisco Umbral ya bien instalado en la emisora y publicando artículos en el Diario de León, con los complementos que cobra, puede casarse con España, la única novia que se le conoce en Valladolid y así poner fin a la separación forzosa de un año y medio. Umbral y España Suárez Garrido se casan el 8 de septiembre de 1959 en Valladolid, lugar de residencia de la novia, según es costumbre. Contraen matrimonio canónico en la iglesia de San Martín. Umbral tiene 27 años y España 23.

Habían empezado a salir hacia 1953, cuando murió la madre de Paco. Eran casi vecinos, ella vivía en la calle de San Diego, 6, pero se conocieron en el paseo de Recoletos, junto al Campo Grande. España era una chica delgada, rubia, muy bella.

España había nacido en Santa Eulalia de Tábara, un pueblo del norte de Zamora, el 3 marzo de 1936, hija de Domingo Suárez Ferrero, jornalero y de Bernarda Garrido Gómez. Los padres de Domingo eran unos modestos labradores, pero Bernarda era hija del capataz de Requejo, Feliciano que era el encargado de la finca llamada dehesa de Requejo, antigua propiedad de Don Francisco Fernández-Blanco y Sierra Pambley14. Aquí volvemos a tener la conexión con León, con la labor escolar, agrícola e industrial de este prócer liberal y filántropo leonés, con propiedades agrícolas en Hospital de Órbigo, Villablino y esta dehesa de Requejo en Zamora.

Parece ser que el padre de España era muy inquieto políticamente, patriota republicano convencido y con el triunfo político del Frente Popular en 1936, bautizó a su hija con el rotundo nombre de España, con el prescriptivo nombre de María delante.

Domingo fue movilizado como reservista en 1937 y pasó la guerra en el Regimiento de Farnesio en Valladolid y en 1939 se reenganchó en el ejército, siguiendo la carrera militar hasta su jubilación.

Una vez casados Paco y España se instalan en la ciudad en la calle Comandante Zorita, 5. En el mismo edificio vivía su primo y promotor José Luis Pérez Perelétegui. Allí se acomoda la pareja con sus primeros muebles, unos pocos libros y toda la gran ilusión de iniciar una vida independiente y pequeño-burguesa. Umbral y España hacían muy poca vida social. El escritor ha confesado a Eduardo Martínez Rico hacia el año 2000:



-¿Cómo era tu vida social en León?

-¿Mi vida en León? Muy aburrida: la radio, el periódico, una ciudad aburridísima y muerta, nada un rollo15.



 
                                      Umbral y su mujer María España durante un baile
                                       en león en 1961. 
 
 
 
 
 
Umbral sigue con su trabajo en la radio, sus artículos en el Diario de León, que reproducen prácticamente lo leído en la emisora, tienen cada vez más relevancia, de tal forma que desde el 1 de octubre de 1960 su artículo en la página literaria, se presenta con una foto del escritor (medida poco frecuente en la época) y que demuestra el prestigio que va teniendo Umbral en León. La sección se titula “Escribe Francisco Umbral” y en ella hace reseñas elogiosas de poetas como Victoriano Crémer, César Aller o Gabriel Celaya.

Francisco Umbral es ya un referente cultural en la ciudad e inicia la colaboración en el Círculo Medina, dependiente de la Sección Femenina de Falange, cuya directora era Delfina García Cela. Se encarga de las relaciones culturales y, por lo tanto, invita a los conferenciantes, los presenta y modera los debates. Esta actividad le permitirá ponerse en contacto con personas de la categoría de Emilio Romero (director del periódico Pueblo), Leopoldo Panero, Jaime de Armiñán, Gerardo Diego, Dámaso Santos, Tico Medina… Mientras tanto irá midiendo sus posibilidades de trasladarse a Madrid, meta obligada de casi todos los literatos que han triunfado en España.

Uno de los invitados al Círculo Medina fue José Hierro, que era ya un poeta consagrado en 1960: Premio Adonais (1947), premio Nacional de Literatura (1953) y premio Nacional de la Crítica (1958) y fue presentado al público habitual del Círculo el 4 de enero de 1960. José Hierro era, entonces, el encargado del Aula pequeña del Ateneo de Madrid e invita a Umbral a una lectura en el Ateneo en un ciclo de lecturas llamado “Poesía y cuentos”, el día 16 de diciembre de 1960. Umbral anuncia este pequeño evento en el Diario de León, dándole una gran importancia a este viaje iniciático, consciente de que muy pocos superan la barrera provinciana. Será el primer viaje del escritor a la capital, donde había nacido. Allí tanteó sobre el terreno sus posibilidades de asentarse en Madrid.

Dio su lectura en el Aula pequeña del Ateneo con muy escasa asistencia, apenas media docena de personas, pero no le afectó. Él lo recrea así en La noche que llegué al Café de Gijón:



La primera noche que entré en el Café de Gijón puede que fuese una noche de sábado (…) Yo había llegado a Madrid para dar una lectura de cuentos en el aula pequeña del Ateneo, traído por José Hierro, y encontré, no sé cómo, un hueco en uno de los sofás del café (…)

El aula pequeña tenía una lamparita de luz, un vaso de agua y unos balcones antiguos –cerrados naturalmente- que retemblaban con el paso de algún camión por la estrecha calle del Prado16.



Después de la lectura acompañó a José Hierro a la ronda de vinos con patatas bravas y el vaso de leche de Umbral. Se quedó un par de días en Madrid, entró por primera vez en el Café de Gijón y comprobó que ese era su lugar, la meta de sus aspiraciones literarias.

Ya dijimos que Umbral colaboraba en la programación cultural del Círculo Medina17 organizando las conferencias, presentando a los ponentes y moderando los debates. Pues ahora asumirá una nueva responsabilidad: colaborar con las actividades del cineclub, que dirigía su otro primo José Antonio Pérez Perelégui. El cineclub había empezado a funcionar el 13 de noviembre de 1960 con la película, “El chico” de Charles Chaplin. Las sesiones se desarrollaban los domingos por la tarde en el Teatro/cine Emperador. En la primera programación se anunciaron las siguientes películas: “¡Viva Zapata!”, “Orfeo”, “Belleza maldita” y “Un americano en París”.

Pues bien, el 8 de enero de 1961 se proyectó en el cineclub la película “Orfeo”, dirigida por Jean Cocteau en 1950 y basada en un texto suyo. Los periódicos anunciaron el pase de la película y el coloquio corría a cargo de Francisco Umbral. Y desde luego comentar una película tan personal y difícil como “Orfeo”, en la que la referencia al mito de Orfeo, se combina con una elaboración onírica y surrealista del personaje principal, tenía sus dificultades de comprensión, incluso para un público cultivado.

La película no gustó, se produjeron comentarios negativos y murmullos durante la proyección. Umbral no tuvo en cuenta la actitud del público o quizá confió demasiado en sus posibilidades de convicción; pero lo cierto fue que aquello se convirtió en un guirigay, con silbidos y abucheos de protesta para el conductor del coloquio.

Aquella misma noche en su programa de radio reaccionó con violencia, desquitándose de la humillación sufrida. Y al día siguiente en una entrevista a una joven pintora también el tono fue de provocación para la sociedad leonesa bien pensante. Umbral estaba crecido, porque había ganado el concurso de cuentos del Diario de León y también porque acababa de regresar de su viaje iniciático de lletraferit al Ateneo de Madrid, lo que le daba confianza en su talento. A los que le habían abucheado en el cineclub los trata de labriegos ignorantes, que no sabían apreciar al escritor. Umbral en ese momento, se identifica con Jean Cocteau, de modo que defendiéndolo, se defenderá a sí mismo.

El mismo día 9 de enero en su programa de sobremesa de la VOZ DE LEÓN, “El tiempo y su estribillo”, continuó cargando contra el público leonés.

El Diario de León, haciéndose eco de las declaraciones de Umbral, publica un editorial titulado: “Pensamos”, en el que reprueba el comportamiento del público en el pase de “Orfeo”, en estos términos:



(…) tan mal les sentó que la emprendieron contra el pobre Cocteau y contra en no menos pobre presentador de la obra, que, a pesar de sus esfuerzos expositivos, no logró ver al público el auténtico mensaje poético.

Y termina: ¿Qué pensaremos de un pueblo en el que la poesía produce risa y el disparate lágrimas?

Diario de León, 10/01/1961, pág. 1



El martes, día 10 de enero, aparece una larga carta al director de Proa, Federico Miraz, firmada por Delfina García Cela, la directora del “Círculo Medina” y responsable de la Sección Femenina de Falange en León, que se titula “Un malentendido que debe deshacerse”, en la que entre otras cosas dice:



Belleza y realidad en una conjunción que no consideramos armónica y que acaso lo sea, pero que el señor Umbral no supo en ningún momento transmitir: sus palabras se perdieron en “bellísimos, estupendos y poéticos”, que unió a una serie de tópicos que pueden ser empleados con “Orfeo” y con cualquiera otra clase de películas de la misma o parecida factura ( PROA, 10/01/1961, pág. 6 )



Francisco Umbral le contestó con brillantez argumentativa en su programa de sobremesa, defendiendo sus puntos de vista y entre otras le dice en “Carta abierta a Delfina García Cela”:



Al hacer la presentación de la película y de Jean Cocteau (…), empecé por situar a Cocteau en la órbita gideana del acto gratuito y del arte por el arte, derivando luego al arte como juego (…), según el ejemplo que quise establecer en mi afán de poner la cosas claras, fáciles y cercanas al público del cineclub. En la cinta de “Orfeo” diferencié tres planos de creación: el realista, el surrealista y el truculento, analizando los tres por separado y destacando virtudes y defectos de la película (…) Al finalizar la proyección aún puntualicé las fidelidades e infidelidades del filme al mito de Orfeo, el simbolismo de los espejos (…), el sentido de algunas metáforas utilizadas en el guión (…) y mucho más lejos hubiera llegado de no ser por la actitud del público.18



El periódico Proa tomó cartas en el asunto cargando contra el escritor por sus descalificaciones a los leoneses tras el incidente del pase de “Orfeo” y el director, Federico Miraz, explicaba en un largo artículo titulado: “Más respeto para el pueblo leonés”:



(…) me obliga (…) saltar a la palestra. En defensa, claro está, de algo tan legítimo, de tanta dignidad como es el buen nombre, la buena fama de un pueblo de tan alto latido histórico y actual como el leonés.

Recoge en su alegato alguna de las afirmaciones de Umbral contra lo leonés y concluye:

Parece increíble (…) que se pueda ofender así donde se come el pan y se vive. Yo, que no he mojado la pluma en el tintero cuando de referencias por este estilo se hicieron a mí o los que conmigo trabajan, pido a Francisco Pérez Umbral (…) más respeto para el público, para el pueblo de León, de hoy, de ayer, y de hace ciento veinticinco años.

Lo que menos se puede ser en la vida es ser agradecido. Y sinceramente creo que Umbral debe estar –y ¡mucho!- agradecido a este buen pueblo leonés. (PROA, 11/01/1961, pág. 9)



La actitud de don Federico era un tanto recelosa ante la emisora, que pocos años atrás dirigía él mismo y de la que se había visto desplazado por el primo de Umbral, José Luis Pérez Perelétegui. También se esconde la rivalidad entre el Diario de León, donde colaboraba Umbral y el Proa, diario del Movimiento, así como el recelo entre las dos emisoras locales.

Aquella polémica sirvió como disculpa para que Francisco Umbral, que ya le rondaba desde hacía tiempo, decidiera el desembarco en Madrid.

Su último comentario en el programa “El tiempo y su estribillo”, rebaja el tono de la polémica, contemporiza y prácticamente se despide con este tenor:



Lleva uno algún tiempo ejerciendo como apasionado de todo lo leonés y de todo leonesismo. Si he dicho lo que se me atribuye la contradicción es manifiesta con todo lo que vengo escribiendo, día tras día, en función de rendido leonesista. Dentro del amor puede equivocarse uno, mas no por eso deja de amar; discutible es mi labor, pero no el amor que hay en ella.

Amor y labor que a León y los leoneses debo. (O. Cit. de Anna Caballé, p. 163)



Después del episodio de “Orfeo”, la popularidad de Umbral creció notablemente por lo que el Diario de León anunció dos días después del incidente: “Francisco Umbral colaborador de Diario de León” y tendrá su sección, “La ciudad y los días”, en la que tratará de reflejar la actividad semanal de la ciudad. La sección es diaria (pronto empezó con la disciplina del artículo diario, luego serían más) y trata los temas locales:

decisiones municipales, celebraciones, películas estrenadas y el intenso frío del invierno en León por aquellos años.

Pero poco tiempo durarían estas colaboraciones diarias, porque el 6 de febrero de 1961 le sustituye en la columna :”La ciudad y los días”, el periodista Juan Urbano. Y el 6 de febrero se publica la partida de Umbral en la primera página



“F. Umbral a Madrid”.- En las primeras horas de la tarde ha salido para Madrid nuestro ilustre colaborador y entrañable amigo Francisco Umbral (…) Registramos la noticia con el consiguiente dolor, por cuanto FU llegó a nuestro periódico recientemente y en el breve espacio de tiempo que ocupó la tribuna “La ciudad…” supo tomarle el pulso a la urbe, con indudable acierto y categoría. FU desempeñará en la capital de España un amplio programa de codiciado trabajo en prensa y en radio, donde su firma se valora y se estima (Diario de León, 6/02/1961, pág. 1)).



Umbral se marcha de León como una salida natural, que ya había preparado con su lectura en el aula pequeña del Ateneo, invitado por José Hierro. No cabe duda que el detonante fue la carta de la directora del “Círculo Medina”, Delfina García Cela, por su actuación en la presentación de “Orfeo” y los posteriores comentarios; y también porque perdió el prestigio de su labor durante los dos últimos dos años y medio. Finalmente le dice a su primo, que le defendió en la polémica: “Mira yo necesitaba un pretexto para irme a Madrid y ya lo tengo, de modo que me voy” (O. Cit p. 166).

Dos años y medio pasó en León Francisco Umbral, periodo que podemos considerar como la prehistoria literaria del futuro brillante columnista y centenario escritor de novelas y libros de ensayo.

Así pues, respondiendo al título de este artículo, “Francisco Umbral en (y) León” podemos destacar las siguientes conexiones con la ciudad:

La familia materna del escritor procede de Valencia de Don Juan, es por tanto coyantina.

En León vive el tío Avelino Pérez (hermano de su abuelo Claudio) y Socorro con su hijo Santiago, el jefe del Servicio de Aguas de León en los años 30, con ellos pasaron Paquito y su madre/tía May unas navidades.

Sus primos José Luis y José Antonio Pérez Perelétegui, hijos de tu tío Claudio viven en León y alientan el inicio de la carrera literaria de Umbral.

Su mujer Mª España es nieta del capataz de la dehesa de Requejo en Santa Eulalia de Tábara (Zamora), propiedad de don Francisco Sierra-Pambley, prócer y filántropo leonés.

En cuanto su carrera literaria, publicó su primer artículo, “La mañana” en la revista leonesa ARCO del SEU, gracias a la intercesión de su primo José Luis. A León vino Francisco Pérez Martínez a trabajar como administrativo a LA VOZ DE LEÓN, también invitado por José Luis, que era el director. Después colaboró en la programación cultural del “Círculo Medina” y en el cineclub, que dirigía su otro primo, José Antonio.

Así como sus colaboraciones periodísticas en el Diario de León.

En nuestra ciudad adoptó su nuevo nombre, pasó de Francisco Pérez Martínez a Francisco Umbral, después, ya en Madrid, se le llamó “Pacoumbral”.

Podemos, pues, afirmar que Francisco Umbral veló las armas literarias y nació como escritor en León.

Su carrera posterior es de sobra conocida. Ha ganado todos los premios literarios, pese a que la crítica le achaca que no es un novelista puro, pero sí un excelente e indiscutido columnista: el Nadal de novela, el González Ruano de periodismo, el Nacional de la Crítica, el Nacional de Literatura y el Premio Cervantes (el Nobel de la Lengua Española). El único galardón que no consiguió fue el ingreso en la Real Academia de la Lengua.

Francisco Umbral murió en Madrid el 29 de agosto de 2007 con 75 años.



BIBLIOGRAFÍA

Caballé, Anna, FRANCISCO UMBRAL, El frío de una vida, Espasa-Calpe, Madrid, 2004

Martínez Rico, Eduardo, UMBRAL: vida, obra y pecados. Conversaciones, Editorial Foca S. L. Tres Cantos (Madrid), 2001.

Formica, Mercedes, Espejo roto. Y espejuelos, Huerga y Fierro, Madrid, 1998

Umbral, Francisco, Crónica de las tabernas leonesas, Edición facsímil, El Mundo/La Crónica de León, 2004, prólogo de Fulgencio Fernández.

  • El hijo de Greta Garbo, Destino/Planeta, Barcelona, 1998
  • Fulgor de África, Seix y Barral, Barcelona, 1989.
  • La noche que llegué al Café de Gijón, Destino, Barcelona, 1978 (2ª edición)
  • Los cuadernos de Luis Vives, Barcelona, Planeta, 1996
  • Los males sagrados, Destino, Barcelona, 1976

DIARIO DE LEÓN, PERIÓDICO REGIONAL CATÓLICO:

“Pensamos” (Editorial), 10/01/1961

“La ciudad y los días” de Francisco Umbral, 12/01/1961, pág. 3

“La ciudad y los días” de Juan Urbano, sustituto de Francisco Umbral, 6/02/1961

“F. Umbral a Madrid”, 6/02/1961, pág. 1.

PROA:

“Un malentendido que debe deshacerse” de Defina García Cela, 10/01/1961, pág. 6

“Más respeto para el buen pueblo leonés” de Federico Miraz, 11/01/1961, pág. 9












  1 . Umbral Francisco, Los males sagrados, Destino, Barcelona, 1976. (p. 2)
2 . Umbral Francisco, Memorias de un niño de derechas, Destino, Barcelona, 1972, (pág. 17)

3 . Caballé Anna, Francisco Umbral. El frío de una vida, Espasa-Calpe, Madrid, 2004 (p. 63)

4. Martínez Rico, Eduardo, Francisco Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones, foca Ediciones, Tres Cantos (Madrid), 2001, (pág. 31)

5 . Siempre figuró y figura como fecha de nacimiento el año 1935 en las solapas de sus libros: “Francisco Umbral nace en Madrid en 1935 y lleva más de treinta años dedicado profesionalmente a la literatura y al periodismo”, dice en la solapa de El hijo de Greta Garbo, Destino/Planeta, Barcelona, 1998. Además de su biógrafa, Anna Caballé, él mismo nos da una pista en la crónica titulada: “Juego de bolos en Villa Evarista”, y dice así: “Desde 1932- que es un bonito año en que se fue el rey de España y vino al mundo el cronista”. Estamos en los primeros 60 del siglo XX y aún no había tendido ese velo de misterio sobre su biografía y nos da su verdadero año de nacimiento. Cita tomada del prólogp de Fulgencio Fernández de Crónica de las tabernas leonesas de Francisco Umbral, El Mundo/La Crónica de León, 2004. (p. 25)

6 . Umbral Francisco, El hijo de Greta Garbo, Destino/Planeta, Barcelona, 1998 (p. 74)

7 . O. Cit. EHGG, p. 116

8 . O. Cit. EHGG, p. 248

9 . Umbral Francisco, Los males sagrados, Destino, Barcelona, 1976, p. 158

10 . Umbral Francisco, Fulgor de África, Seix y Barral, Barcelona, 1989, p.

11 . Caballé Anna, Francisco Umbral. El frío de una vida, Espasa-Calpe, Madrid, 2004, p. 114

12 . No sé qué cabarets funcionarían en León en 1959, quizá El Iris, El Holliwood y El Universal, porque El Siroco y El Yuma me parece que abrieron más tarde. Hoy ninguno está abierto. El edificio de El Universal, que estaba al principio del Paseo de la Condesa, ha desparecido, porque estaba en terreno municipal y vencería la licencia.

13 . Umbral Francisco, Crónica de las tabernas leonesas, Edición facsímil, El Mundo/La Crónica de León, 2004, con prólogo de Fulgencio Fernández.

14 . Francisco Fernández-Blanco y Sierra Pambley creó la “Fundación Sierra-Pambley” en Villablino en 1885 y contó con la colaboración de los miembros de la Institución Libre de enseñanza (ILE): Gumersindo de Azcárate, Francisco Giner de los Ríos y Bartolomé Cossío. La función de dicha institución fue crear escuelas de ampliación de estudios de primaria y agrícolas en Hospital de Órbigo y en Moreruela de Tábara; así como una Escuela de Enseñanza Mercantil y Agrícola en Villablino, cuna de una floreciente industria láctea. También creó una Escuela Industrial de Obreros en león con sección de carpintería, forja y herrería en 1903 y la Granja-Escuela del Monte de San Isidro en 1917. En la actualidad la Fundación Sierra-Pambley sigue activa con una interesante programación cultural.

15 . Martínez Rico Eduardo, UMBRAL: Vida, obra y pecados. Conversaciones, Foca Ediciones S. L., Tres Cantos (Madrid), 2001, p. 55

16 . Umbral Francisco, La noche que llegué al Café de Gijón, Destino, Barcelona, 1978 (2ª edición), pp. 9 y 10.

17 . Todavía por los años 80 (S. XX) había un rótulo en la fachada frontal del Teatro/cine Emperador que ponía CÍRCULO MEDINA y creo que también se publicaba una revista con el mismo nombre y dependía de la Sección Femenina de la Falange Española.

18 . Caballé Anna, FRNACISCO UMBRAL. El frío de una vida, Espasa-Calpe, Madrid, 2004, (pág. 157-158)